Fernando Vera V. Amor y Llaga 413 (Chiclayo, 14 may. 2011) |
Este día será memorable. No sólo para quienes pasamos por las aulas de nuestro viejo y querido colegio San Juan, sino también para el pueblo chotano en su conjunto. Pocas son las instituciones que tienen tan ganada trascendencia histórica. Es por ello, que la celebración del sesquicentenario de su fundación convoca sentimientos, pasiones, reflexiones, inteligencias y esfuerzos, pese a cierta malhadada indiferencia de sectores aislados, díscolos y aviesos de su profesorado.
La historia del colegio San Juan está tan consustanciada con la de Chota que comúnmente se dice “San Juan es Chota y Chota es San Juan”. Efectivamente, la misma creación del colegio, a iniciativa del ilustre chotano y prestigioso político, don José Manuel Osores Cuervo, es ya un acontecimiento que marcó la historia de Chota.
Desde entonces “decenas de generaciones juveniles que acrisolaron su carácter en las viejas aulas del San Juan” –como señala Gilberto Vigil Cadenillas– forjaron, a lo largo de siglo y medio, los grandes ideales de la patria, la libertad y la soberanía, y se inmolaron con valor defendiendo la justicia social, la dignidad humana y el honor nacional.
Esta morada del saber, esta morada de la ciencia, la cultura y el arte, esta morada de la libertad y la dignidad, es algo más que sanjuanistas, sus aulas y sus profesores. Es la memoria histórica de Chota, es la síntesis de 150 años de vida; pero, a su vez, es el sueño de un futuro mejor, el futuro de luz y verdad, que la educación debe fraguar en cada estudiante y hacer de él un ciudadano libre, justo y digno.
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